lunes, 26 de octubre de 2020

Canció IV, estancia 4

 


De la Vega, Garcilaso, Poesías castellanas completas”ed. Elías L RiversMadrid, Clásicos Castalia, 1989 

Canción IV 4; vv. 60-80 

Los ojos, cuya lumbre bien pudiera 

2 tornar clara la noche tenebrosa 

3 y escurecer el sol a mediodía, 

4 me convirtieron luego en otra cosa, 

5 en volviéndose a mí la vez primera 

6 con la calor del rayo que salía 

7 de su vista, qu’ en mí se difundía; 

8 y de mis ojos la abundante vena 

9 de lágrimas, al sol que me inflamaba, 

10 no menos ayudaba 

11 a hacer mi natura en todo ajena 

12 de lo que era primero. Corromperse 

13 sentí el sosiego y libertad pasada 

14 y el mal de que muriendo estó engendrarse, 

15 y en tierra sus raíces ahondarse 

16 tanto cuanto su cima levantada 

17 sobre cualquier altura hace verse; 

18 el fruto que d’aquí suele cogerse 

19 mil es amargo, alguna vez sabroso, 

20 más mortífero siempre y ponzoñoso. 

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