De la Vega, Garcilaso, “Poesías castellanas completas”, ed. Elías L Rivers, Madrid, Clásicos Castalia, 1989
Canción IV 4; vv. 60-80
1 Los ojos, cuya lumbre bien pudiera
2 tornar clara la noche tenebrosa
3 y escurecer el sol a mediodía,
4 me convirtieron luego en otra cosa,
5 en volviéndose a mí la vez primera
6 con la calor del rayo que salía
7 de su vista, qu’ en mí se difundía;
8 y de mis ojos la abundante vena
9 de lágrimas, al sol que me inflamaba,
10 no menos ayudaba
11 a hacer mi natura en todo ajena
12 de lo que era primero. Corromperse
13 sentí el sosiego y libertad pasada
14 y el mal de que muriendo estó engendrarse,
15 y en tierra sus raíces ahondarse
16 tanto cuanto su cima levantada
17 sobre cualquier altura hace verse;
18 el fruto que d’aquí suele cogerse
19 mil es amargo, alguna vez sabroso,
20 más mortífero siempre y ponzoñoso.
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