miércoles, 26 de enero de 2011

La rebelión popular

Basilio
¿Quién, Astolfo, podrá parar prudente
 la furia de un caballo desbocado?
¿Quién detener de un río la corriente             2430
que corre al mar soberbio y despeñado?
¿Quién un peñasco suspender, valiente,
de la cima de un monte desgajado?
Pues todo fácil de parar ha sido
y un vulgo no, soberbio y atrevido.
Dígalo en bandos el rumor partido,
pues se oye resonar en lo profundo
de los montes el eco repetido;
unos ¡Astolfo, y otros ¡Segismundo!
El dosel de la jura, reducido               2440
a segunda intención, a horror segundo,
teatro funesto es, donde importuna
representa tragedias la Fortuna
Astolfo
Suspéndase, señor, el alegría;

cese el aplauso y gusto lisonjero

que tu mano feliz me prometía;

que si Polonia, a quien mandar espero,

hoy se resiste a la obediencia mía,

es porque la merezca yo primero.

Dadme un caballo, y de arrogancia lleno,                  2450

rayo descienda el que blasona trueno.

Basilio

Poco reparo tiene lo infalible,

y mucho riesgo lo previsto tiene;

y si ha de ser, la defensa es imposible

que quien la excusa más, más la previene.

¡Dura ley! ¡Fuerte caso! ¡Horror terrible!

quien piensa que huye el riesgo, al riesgo viene;

con lo que yo guardaba me he perdido;

yo mismo, yo mi patria he destruído.

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