http://www.intecca.uned.es/portalavip/grabacion.php?ID_Sala=68382&ID_Grabacion=65659&hashData=1cb05fa94a3b2e9e7890b1c711fed1ab&paramsToCheck=SURfR3JhYmFjaW9uLElEX1NhbGEs
lunes, 10 de diciembre de 2012
lunes, 3 de diciembre de 2012
domingo, 2 de diciembre de 2012
El diálogo de la lengua
El retrato corresponde al hermano gemelo de Juan de Valdés, secretario de cartas latinas de Carlos V.
http://www.intecca.uned.es/portalavip/grabacion.php?ID_Sala=49627&ID_Grabacion=30810&hashData=4c823d05334e88e69e0d674ef704be9d¶msToCheck=SURfR3JhYmFjaW9uLElEX1NhbGEs
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lunes, 19 de noviembre de 2012
La égloga I
http://www.intecca.uned.es/portalavip/grabacion.php?ID_Sala=65118&ID_Grabacion=61031&hashData=54aa9a7598f144e327f500098cb9520e&paramsToCheck=SURfR3JhYmFjaW9uLElEX1NhbGEs
lunes, 5 de noviembre de 2012
Elisa
CVC. 500 años de Garcilaso de la Vega. Biografía
lunes, 22 de octubre de 2012
sábado, 20 de octubre de 2012
Sannazaro, retratado por Tiziano
Prólogo de la Arcadia
Los altos y espaciosos árboles, creados por la natura en
los hórridos montes, suelen, a menudo, agradar más a quien los mira que las
cultivadas plantas, expurgadas por doctas manos en los adornados jardines; y
suelen complacer mucho más en los solitarios bosques los selváticos pájaros,
sobre las verdes ramas cantando, a quien los escucha, que en las hacinadas
ciudades, los amaestrados, dentro de las graciosas y ornadas jaulas. Por lo que
igualmente, y así lo creo, sucede que las silvestres canciones escritas en las
rugosas cortezas de las hayas deleitan a quien las lee no menos que los cultos
versos escritos en los lisos papeles de los dorados libros, y las enceradas
cañas de los pastores ofrecen tal vez un sonido más agradable en los floridos
valles, que los tersos y apreciados bojes de los músicos en las ostentosas
estancias. ¿Y quién duda, que a las humanas mentes no sea más agradable una
fontana, que libremente mane de la viva piedra, rodeada de verde hierba que
todas las otras artísticamente hechas con blanquísimos mármoles,
resplandecientes por el mucho oro? En verdad, creo que nadie. Por lo que,
confiando en todo lo dicho, bien podré entre estas solitarias riberas, narrar
las rústicas Églogas, brotadas de natural vena, a los árboles que escuchan, y a
aquellos pocos pastores que aquí se encuentren; así, expresándolas desnudas de
ornato, tal como las oí cantar a los pastores de Arcadia, bajo las placenteras
sombras, junto al murmullo de líquidas fuentes. Églogas, a las que no una vez,
sino mil, los montanos dioses, vencidos por su dulzura, prestaron atentos
oídos, y por las que las tiernas Ninfas, olvidadas de perseguir a los esquivos
animales, abandonaron las aljabas y los arcos bajo los altos pinos del Ménalo y
el Liceo. Por lo que yo, si me estuviera permitido, más tendría por glorioso el
poner mi boca en la humilde zampoña de Coridón, que antes le diera Dametas como
inapreciable presente, que en la sonora flauta de Palas, por la cual el
ensoberbecido Sátiro provocó a Apolo para su propio mal. Que sin duda es
preferible cultivar bien el terreno pequeño, que por mal gobierno dejar
embosquecer el grande.
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